jueves, 4 de enero de 2024

LIBROS: FANATISMO. Cuendo la religión enferma

 


El dominico Adrien Candiard (París, 1982) se está convirtiendo en todo un fenómeno entre aquellos lectores a los que les gusta leer teología enriquecedora y amena. El fraile francés, residente en El Cairo (Egipto), acaba de publicar Fanatismo. Cuando la religión enferma (Rialp), que llega después de los interesantes Unas palabras antes del Apocalipsis y La libertad cristiana. De Pablo a Filemón, ambos en Ediciones Encuentro.

Puedes comprar Fanatismo (Rialp), de Adrien Candiard, en este enlace. 

La última publicación de Candiard es un breve ensayo sobre el choque de culturas y el desconocimiento de Occidente acerca del Islam. ¿A qué Dios invocan los fanáticos que matan, persiguen o excomulgan en su nombre? ¿No se trata más bien de una traición a Dios, a nuestro planeta y a nuestro futuro, y el gran escándalo religioso de nuestro tiempo? ¿Cómo se puede vivir una fe sin que esta se convierta en algo exclusivista?

El fanatismo y la ausencia de la teología

El autor vive y trabaja en una encrucijada de mundos y civilizaciones y, en este breve ensayo trata de ofrecer un alegato a favor de la fe que libera frente a la creencia que ata. Adrien Candiard es una de las grandes voces espirituales de nuestro tiempo, con decenas de miles de lectores en todo el mundo. Es dominico y miembro del Instituto de Estudios Orientales en El Cairo (Egipto). Además es licenciado en Ciencias Políticas, Historia y Teología.

Lo primero que hace Candiard en este pequeño libro, de 74 páginas, es alentar a una vuelta a la teología para entender el fenómeno del fanatismo. "Es precisamente esta exclusión de la teología, del discurso razonado y crítico sobre la fe y sobre Dios, lo que favorece el fanatismo. Solo la teología puede tomar en serio lo que el fanatismo dice acerca de sus propias motivaciones, sin reducir este discurso al síntoma delirante de otra causa más profunda", comienza comentando el dominico. 

En este sentido, el fraile añade el caso del Estado Islámico. "No se administra durante varios años un vasto territorio de decenas de millares de personas, haciendo la guerra al mundo entero, teniendo como único recurso un puñado de imbéciles manipulados (...). Para que una organización así funcione, con su complejidad, para que pueda enfrentarse a ejércitos y servicios de seguridad de grandes potencias, no basta contar con fracasados y cínicos: se necesitan también creyentes. Gente que vea el mundo de cierta manera, que les parezca coherente y racional, adecuada a lo real, y no simplemente fruto de un delirio colectivo". 

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