Hay tradiciones con las que ni elcoronavirus puede. Una de ellas es el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena, que se celebró ayer en Austria en la sala Dorada del Musikverein, vacía por las restricciones que vive el país, que afronta su tercer confinamiento.
La música resonó en un auditorio vacío de público, pero no de aplausos. Gracias a un programa informático, la orquesta pudo escuchar en unos altavoces las ovaciones y el agradecimiento de algunos miles de espectadores, de todo el mundo, que seguirán el recital desde casa.
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