Blog que complementa el módulo MÚSICA Y TIC en el siglo XXI" del AUM de la UCA
domingo, 30 de agosto de 2020
ORPHÉE ET EURIDICE desde el SCALA EL MARTES 1 DE SEPTIEMBRE A LAS 21H EN LOS CINES DEL CORTE INGLÉS DE CÁDIZ
sábado, 29 de agosto de 2020
Los centros docentes y la crisis del Covid (2/3): ¿Cómo nos organizamos para el curso 2020-21?. Por Pere Márques
§ Habrá periodos de tiempo en los que los centros docentes deberán cerrar y la formación será solo on-line para todos sus alumnos (cierre temporal de centros en barrios, ciudades, provincias... por rebrotes fuertes de la pandemia)
§ Habrá periodos de tiempo en los que algunos días solo irán a los centros algunos de los alumnos y los demás estudiarán en casa con los apoyos on-line (ya que para mantener distancia de seguridad se reducirá el número de alumnos por aula – quizás a la mitad - y al no disponer de aulas ni profesores suficientes para duplicar los grupos, unos alumnos irán unos días al centro y otros irán otros días). Incluso podría ocurrir que la actividad presencial se limitara a proporcionar tutorías (de mayor o menor duración según los cursos) en grupos reducidos de alumnos, con el fin de asegurar un mejor “tratamiento de la diversidad” y prestar una especial atención a los alumnos con más dificultades de aprendizaje. En cualquier caso se procurará ofrecer la mayor presencialidad posible en infantil y primaria (no pueden estar solos en casa).
§ Habrá periodos de tiempo en los que centros podrán atender a todos los alumnos, aunque quizás con un horario de clases más reducido (3 ó 4 horas/día), de manera que habrá que complementarlo realizando determinadas tareas (deberes) en casa que se corregirán en clase el día siguiente.
viernes, 28 de agosto de 2020
jueves, 27 de agosto de 2020
Muere Ken Robinson, el hombre que quería resucitar las escuelas
Obsesionado con que el sistema educativo mata la creatividad, pronunció una revolucionaria, emocionante e incluso desternillante conferencia en el 2006 que ha terminado por ser canónica
Pésima noticia a menos de medio mes del inicio del curso escolar. El desierto se ha quedado sin la prédica de Ken Robinson (Liverpool, 1950 – Los Ángeles, 2020), conferenciante sublime que dedicó su vida a advertir que el sistema educativo de prácticamente todo el mundo es una eficaz y lamentable máquina de destruir la creatividad de los niños. Un cáncer ha callado su voz, según ha comunicado su propia familia a través de su cuenta de twitter.
Tal vez no haya mejor homilía para su recuerdo que revisionar la charla TED que le hizo famoso. La pronunció en el año 2006. Lleva ya más de 66 millones de reproducciones. Es amena y a ratos tronchante y, lo que es mejor, con la audiencia con la guardia baja por las risas, logra colar ideas revolucionarias. Si los profesores impartieran así sus clases, crecerían como champiñones los leonardos, picassos, charlie parkers y gene kellys en cada generación.
EN BAHÍA MAR DEL PUERTO "NABUCCO" JUEVES 27 DE AGOSTO A LAS 19.30H
Sinopsis: La obra maestra de Giuseppe Verdi, Nabucco, abrio la edición 2017 del Verona Arena Festival, en una nueva puesta en escena de Arnaud Bernard. Esta ópera en cuatro actos, en un libreto de Temistocle Solera, representa a la antigua Babilonia en su apogeo, y cuenta la historia de los esclavos judíos que, apoyados por el sacerdote Zacharia, luchan por su libertad y su fe religiosa. Creado en la Scala di Milano en 1842, "Nabucco" fue el primer gran éxito de Giuseppe Verdi. En una Italia, entonces en las garras de los movimientos nacionalistas, el público se identifica inmediatamente con los hebreos cautivos en Babilonia, lo que equivale a que la ópera se represente cincuenta y siete veces en tres meses, en lugar de ocho representaciones planeadas inicialmente . El coro de esclavos "Va, pensiero" se convierte así en una de las melodías más famosas de la historia de la ópera.
RECOMENDAMOS VER CON ANTERIORIDAD EL PROGRAMA SOBRE NABUCCO EN THIS IS OPERA
MÁS INFORMACIÓN Y ÓPERA COMPLETA EN IOPERA.
miércoles, 26 de agosto de 2020
AMOR Y VEJEZ -EL RINCÓN DE LOS MAYORES-, por José Antonio Hernández Guerrero
Era inevitable que, tras conversar sobre la amistad, nos refiriéramos al amor: el impulsor central de la vida personal y la fuente nutricia de la supervivencia colectiva. “Por muchas vueltas que le demos y por muchas teorías que expliquemos, la única verdad es que, en todo lo que hacemos, pretendemos amar y ser amados. Esa es la conclusión a la que he llegado -nos dice Juan- al repasar las biografías de los grandes personajes y los comportamientos de las personas normales con las que he convivido”. Tras esta afirmación rotunda todos queremos intervenir para explicar la gran paradoja -la contradicción- que encierra este sentimiento, porque, como afirma Luis, el amor es la solución y el problema. Estamos de acuerdo en que es el motor de la vida humana, porque, como comprobamos en programas televisivos populares y en obras literarias importantes, el amor está en el fondo de la mayoría de las alegrías que disfrutamos y en las raíces de los sufrimientos que padecemos como amantes y como amados.
En mi opinión, aunque es cierto que ha sido el objeto predilecto de los estudios de las diferentes ciencias humanas y uno de los asuntos preferidos por los diversos lenguajes artísticos, también es verdad que muchos de los problemas han surgido por la frivolidad con la que frecuentemente se simplifica su naturaleza íntima y su complejo funcionamiento. Y me refiero, no sólo a los comentarios televisivos de los programas de ocio o de humor, sino también a algunos mitos que seguimos celebrando, sacralizando y dramatizando, al mismo tiempo que los ridiculizamos y los parodiamos.
En la teoría, los mayores reconocemos que es la clave que interpreta los principales enigmas humanos, y la fórmula que resuelve muchos de los problemas de la convivencia pero, en la práctica, no lo aplicamos con la coherencia ni con la asiduidad que sería de esperar. A veces, temiendo que nos ciegue y nos despiste, neutralizamos su posible influencia e, incluso, actuamos en contra de sus dictados. Es frecuente, también, que lo cubramos de apariencias rígidas y que lo disimulemos con máscaras grotescas, para evitar que los demás adviertan su poderosa influencia.
El amor en la ancianidad es, efectivamente, la única clave inexplicable que es capaz de dotar de sentido al “sinsentido”: es una necesidad y una obligación y, además, un don y un buen negocio. Estoy convencido de que es la única flor que no se pudre, la única cosecha que el tiempo no calcina ni los vientos esparcen sus restos por muy sutiles que sean. El amor, cuando es auténtico, es una chispa eterna y un fuego inextinguible que nunca se convierten en cenizas. Quizás el secreto de su supervivencia y de su fecundidad estribe en que más que río caudaloso -más que hinchazón o brillo, más que volcán o rayo- es una corriente subterránea que nos nutre.
Inevitablemente -queridos amigos- hoy me veo obligado a referirme a mi principal maestro en los estudios sobre Retórica, el profesor Marc Fumaroli, un amante y un amado que, a sus 88 años, ha fallecido en París. Reconozco que su monumental obra Historia de la Retórica Moderna ha sido una de las fuentes que han alimentado los trabajos sobre comunicación que hemos elaborado la profesora María del Carmen García Tejera y un servido, pero en esta ocasión me refiero al libro que me recomendó hace ya más de cuarenta años: se titula, Amor y vejez, y su autor es Francois René De Chateaubriand.
martes, 25 de agosto de 2020
HOY, LA TRAVIATA desde SIDNEY A LAS 21H EN CINES BAHÍA DE CÁDIZ
SENCILLAS RECOMENDACIONES CIENTÍFICAS SOBRE LA TRANSMISIÓN DEL CORONAVIRUS... Y CÓMO DETECTAR NOTICIAS FALSAS
El Centro de Control de Enfermedades del gobierno de EE. UU. Ha oficializado la evidencia científica emergente sobre la transmisión del coronavirus:
1. Muy bajo riesgo de transmisión desde las superficies.
2. Muy bajo riesgo de actividades al aire libre.
3. Riesgo muy alto de reuniones en espacios cerrados, como oficinas, cines o teatros.
Otros datos interesantes, la carga viral requerida para iniciar la enfermedad es de ~ 1000 partículas virales (vp).
1. Respiración: ~ 20 vp / minuto
2. Discurso: ~ 200 vp / minuto
3. Tos: ~ 200 millones de vp (suficiente puede permanecer en el aire durante horas en un entorno con poca ventilación)
4. Estornudar: ~ 200 millones de vp
5. Estar cerca de alguien (~ 2m de distancia): bajo riesgo si el límite es inferior a 45 minutos
6. Hablar con alguien cara a cara (con máscara): bajo riesgo si el límite es inferior a 4 minutos
7. Alguien caminando junto a ti / corriendo / en bicicleta: bajo riesgo
8. Espacios bien ventilados, con distancia: bajo riesgo.
9. Compras: riesgo medio (puede reducir a la baja, limitar el tiempo y seguir la higiene)
10. Espacios interiores: alto riesgo
11. Baños públicos / áreas comunes: alto riesgo de fómites / transferencia de superficie
12. Restaurantes: alto riesgo (puede reducir a riesgo medio al sentarse al aire libre con distancia y percepción del tacto en la superficie)
13. Lugares de trabajo / escuelas (incluso con distancia social): muy alto riesgo, incluido un alto riesgo de transferir fomites
14. Fiestas / Bodas: muy alto riesgo
15. Redes de negocios / conferencias: muy alto riesgo
16. Arenas / Conciertos / Cines: muy alto riesgo
Los principales factores que puede usar para calcular su riesgo son:
1. interior vs exterior
2. espacios estrechos versus grandes espacios ventilados
3. alta densidad de personas vs baja densidad
4. exposición más larga vs exposición corta
Pueden ver la fuente original aquí
lunes, 24 de agosto de 2020
Para aprender Historia del Arte: AULA VIRTUAL DE FORMACIÓN
domingo, 23 de agosto de 2020
La amistad, una fuente de salud. Por José Antonio Hernández
Pepe puntualiza que, durante toda la vida y, en especial, durante nuestra última etapa, además de la compañía, es esencial que recuperemos a los amigos. La amistad -nos explica- es esa importante forma del amor y esa relación personal que nos exige imaginación, reflexión, paciencia y esfuerzo. “Fijaos -nos dice- cómo la amistad ha sido considerada por los filósofos, por lo médicos y por los psicólogos como una fuente de salud y como un vivero de bienestar. Luis, nuestro experto latinista, nos ilustra sobre la importancia de la amistad en nuestras raíces culturales. Nos recuerda cómo la Iliada nos cuenta la profundidad de la amistad que une a Aquiles con Patroclo, y nos explica el valor “absoluto” que Aristóteles -en los libros VIII y IX de su Ética a Nicómaco– concede a la amistad: “La amistad no sólo es necesaria, sino que es bella y honrosa. El cariño que se dispensa a los amigos nos parece uno de los más nobles sentimientos que el corazón puede abrigar”. José Carlos aprovecha para recordarnos que también en nuestra tradición cristiana la amistad es la manera peculiar de relacionarnos con Jesús de Nazaret: “a vosotros os llamo amigos”. (Juan 15, 13-15)
Es cierto que la amistad -como relación afectiva- está presente en las diferentes etapas de la vida, es una necesidad y una fuente de beneficios de elevados valores terapéuticos, pero, por favor, no olvidemos que, en la ancianidad, su importancia es vital. Los mayores necesitamos amigos porque ellos son los que, por su proximidad y por su semejanza, mejor nos comprenden, aunque no tengamos que darles muchas explicaciones. Es ahora, cuando ya nos hemos despojado de uniformes, de hábitos, de insignias y de títulos, cuando nos hemos bajado de las tribunas y de las poltronas, cuando podemos gozar de mayores facilidades para expresarnos con nuestra peculiar manera de ser y para comunicar con confianza nuestras inquietudes y nuestros sentimientos comunes. No es extraño, por lo tanto, que Julio -arquitecto, intelectual, escritor y artista- defina el cielo como ese lugar privilegiado en el que viviremos, celebraremos y disfrutaremos de la delicada, frágil y valiosa planta de la amistad.
sábado, 22 de agosto de 2020
Cuando la vida se vuelve conversación. Por María Hernández Martínez
Papá se hace viejo.
Ambos necesitamos ponernos a salvo del tiempo. Dejamos que la vida tome forma de conversación y nos asomamos a un recuerdo que se ensancha un poco hasta volverse memoria de dos.
«Tengo muchas historias que contar». Últimamente, esta frase acompaña cada paseo y vino que compartimos. No lo dice porque sea un hombre que haya corrido mucho mundo, tampoco lo envuelve un tono ostentoso ni aleccionador al pronunciarlo. Papá sencillamente se hace viejo y sabe muy bien que hace algunas décadas cruzó los cincuenta, esa especie de ecuador inexacto de la esperanza de vida que suponen las estadísticas y que es garantía de nada.Siempre he escuchado con atención, pero ahora estos ratos están teñidos de un interés y una paciencia especial por mi parte. Me bullen las preguntas y con frecuencia me sorprendo repitiendo mentalmente algún dato de los que me confía. Otras, dudo directamente de mi capacidad de retener y me escabullo para tomar nota. Aunque es inevitable, pensar que esos pequeños accidentes y contingencias pudieran caer en el olvido produce cierto desasosiego. Tal vez sea porque, en el fondo, ambos necesitamos ponernos a salvo del tiempo. Dejamos, así, que la vida tome forma de conversación y nos asomamos a un recuerdo que, al ser acogido, se ensancha un poco hasta volverse memoria de dos.
«El mayor muchas veces cuenta historias con la inconsciente necesidad de no perderse, de llevar consigo su vida. Y eso solo se consigue contándolo –asegura Higinio Marín-. Esa vida experimentada tiene muchas de las dimensiones de la existencia y tienen particular valor precisamente para aquellos que no han tenido ese cúmulo de vivencias. Además, contar historias y escucharlas introduce un vínculo afectivo, un vínculo cognitivo entre las generaciones que hace que nuestro mundo se amplíe y se expanda».
Cuando habla, despierta realidades que están hoy en un estado de hibernación permanente, recupera palabras que necesitan paréntesis: gamellón, moyuelo, gavilla… Al nombrar la parva, los gamones, la mies o el cándalo, resignifica el campo y descubre el telón de una cotidianidad inexistente. Dibuja planos que flotan con sus descripciones hasta posarse torpemente en mi imaginación y vuelve a habitar estancias que debieron llenarse de olores desconocidos y gestos familiares.
Es probable que vagas radiografías de aquellos contextos puedan consultarse en archivos, manuales y algún rincón detrás de las pantallas. Pero en estos días tan recostados en la técnica, se antojan algo distantes y vacías. Y, aunque un puñado de libros puedan narrarlo de forma magistral, no remplazan la fractura en la transmisión de la experiencia. Sobre todo porque, más que consultar, se trata de hacer nuestra parte de la trayectoria vital de los vínculos que nos constituyen. Y porque nada atraviesa y cala como la oralidad de una voz presente que recoge muchos instantes y se rasga al intentar sostenerlos.
Contar historias y escucharlas introduce un vínculo afectivo, un vínculo cognitivo entre las generaciones que hace que nuestro mundo se amplíe y se expandaHiginio Marín, filósofo
En mitad de esa escucha, empieza a dolerle a uno la pérdida irrecuperable de saberes valiosos, más si cabe si atañen a un escenario común. Aunque de forma diluida, ¿quién puede ofrecer ya la riqueza de conocer la tierra y la dependencia dócil que esta imprime? ¿Dónde encontrar comprensión a las parábolas, si no es en la mirada que tuvo esas mismas imágenes al alcance? Él entiende de senderos insospechados y de respuestas invariables, pues las exigencias más profundas que tejen al hombre son constantes, ajenas a cualquiera de los aclamados avances y progresos. Es ahí cuando brota un tiempo de doble dirección, más humano y articulado. En ese compartir, vejez y juventud se vuelven presente y enriquecen el momento que une a las dos.
Dan densidad y, de algún modo, también agitan, ya que hacen más evidente que la vida pasa. Dice Andrea Köhler que, desde que la técnica posibilita accesibilidad y conexión continuas, las despedidas son menos despedidas y la mera idea de que algún día faltaremos casi se ha perdido. Sin embargo, él es rescate ante este delirio. Hay un memento mori si le cuesta agacharse, cuando volvemos a la foto de su último año de escuela y contamos las caras que han desaparecido o cada vez que al pasar por los portones cerrados repasa nombres en voz muy baja: «Martina, Ángel, Jesús, León, Conce, Andrés». ¿Quién guardaría aquellos nombres? No nosotros, desde luego. Otro sí. Menos mal porque, ¿qué podríamos atesorar con todo el porcentaje de realidad que se nos escapa? Tan penetrados por el tiempo como estamos, ¿acaso se nos permite conservar algo?
La pregunta –que es puro anhelo escrito en los más hondos adentros- nos ha ido alejando del aflictivo empeño por rescatarlo todo hasta volverse alivio, pues, como apunta Romano Guardini, «de la sensación de lo pasajero de las cosas se deriva también algo positivo en sí mismo, la conciencia cada vez más clara de lo que no pasa, de lo eterno». Pero ese querer situarnos en lo esencial y permanente del ahora requiere -como diría Fabrice Hadjadj– las manos de la memoria y de la espera.
LA TRAVIATA desde SIDNEY EL MARTES 25 DE AGOSTO A LAS 21H EN CINES BAHÍA DE CÁDIZ
viernes, 21 de agosto de 2020
LA UCA aparece por primera vez en el Ranking de Shanghái y se coloca entre las mil mejores universidades del mundo
La Universidad de Cádiz se coloca entre las mil mejores universidades del mundo y aparece, de este modo y por primera vez en la edición 2020 del prestigioso Ranking de Shanghái (Academic Ranking of Word Universities –ARWU-), publicado por el Shanghái Ranking Consultancy.
En los últimos años, distintas áreas de conocimiento y ámbitos de investigación de la Universidad de Cádiz ya venían apareciendo en puestos destacados en el Ranking de Shanghái por materias. Es el caso de Oceanografía, donde la UCA se sitúa en 2020 entre las 150 mejores universidades del mundo, así como en otras áreas temáticas, en donde ya figuraba entre las 400 mejores universidades (Matemáticas e Ingeniería Química), situándose entre las 401-500 mejor posicionadas en Ingeniería en Ciencias Ambientales. Sin embargo, hasta el momento, la institución universitaria gaditana no había logrado entrar en el top mil de las universidades con mayor potencialidad de los cinco continentes, consiguiendo, de este modo, un hito sin precedentes dentro de los cuarenta años de historia de la UCA.
jueves, 20 de agosto de 2020
Al final de la era Gutenberg. Por Manuel Bustos, Catedrático de Historia Moderna de la UCA
Vivimos en una época de cambios acelerados y profundos. Se trata de un tópico continuamente repetido. Una muletilla en conferencias y discursos. Es como una sensación. Pero también una realidad incuestionable. Uno de ellos alude al final de la era Gutenberg, de la imprenta; en definitiva, del papel. Nos hallamos en un tiempo de pantallas: la televisión, la tableta, el PC, pero, sobre todo, el móvil. Éste lo domina todo. Es el dueño absoluto de nuestras relaciones y de nuestro tiempo.
Inútil dar cifras de los usuarios de esta máquina, manejable, pequeña, pero con poderes casi milagrosos. Son, sin duda, miles de millones. Innecesario igualmente cargar de datos al lector sobre el número de horas, siempre creciente, que pasamos delante de las pantallas. Y lo mismo de su uso a edad muy temprana. Evidentemente, ninguno o casi ninguno de sus usuarios se daría por aludido, pero sí que encomiaría sus enormes ventajas, capaces de conjurar cualquier tipo de peligro colateral.
Hemos dejado, pues, la época del folio y la cuartilla, de la pluma y el lápiz, e incluso de la máquina de escribir, para sumergirnos de lleno en el mundo de internet, del videoclip, el Whatsapp, el blog, la web, el post, el link y todo un largo etcétera de términos que se han ido colando en nuestras vidas sin apenas percatarnos, en un corto periodo de tiempo. Entre el descubrimiento del papel en la legendaria China hacia el siglo II y la invención de la imprenta en Alemania en el XV pasaron la friolera de trece siglos. Entre la imprenta y la máquina de escribir, comercializada a finales de 1870, unos cuatro. Desde que salieron los primeros portátiles hasta su difusión masiva, apenas han transcurrido un par de décadas.
España nunca ha sido un país de lectores. Rara vez los libros o la prensa han alcanzado aquí grandes tiradas. Hoy su disminución es aún más elocuente. Apenas se ven ya personas con un libro o un diario en las manos. Ni tan siquiera en los transportes públicos, donde eran tan frecuentes como pasatiempo. A veces, si acaso, el impreso de una solicitud que no se pudo rellenar telemáticamente y ha de ser escrita a mano. En el metro de una gran ciudad, en el tren o el autobús, la inmensa mayoría de los viajeros está inmersa en su móvil, ajena a cuanto sucede a su alrededor.
Son dedos que se deslizan velozmente, nerviosos, sobre la reducida pantalla de cristal. El sujeto apenas se detiene a leer los numerosos mensajes, artículos y frases sueltas, y mira de soslayo las fotos y videoclips que le envían. ¿Qué es lo que retiene? Poco. ¡La información recibida es tan copiosa! Dedica más tiempo a los mensajes. Tendrá que contestarlos enseguida, en un cruce permanente de frases casi telegráficas, llenas de abreviaturas, generalmente de contenidos superficiales, tópicos o intrascendentes, adobados en ocasiones con los emoticonos de rigor.
Al final del día no habrá leído sino un conjunto de frases y eslóganes inconexos, que le han dejado del todo o casi del todo indiferente. Ése es, grosso modo, el universo cotidiano de la mayoría, secuestrada por el invento; el universo diario de nuestros adolescentes y jóvenes, incluidos los universitarios, que han de formar los cuadros del mañana ya cercano. Por aquí, me dice el librero, apenas vienen jóvenes: es como si les asustara ver tantos libros y hojearlos como suelen hacer los lectores interesados. Vivimos gracias a los viejos (en realidad, dice maduros).
Los anaqueles de sus cuartos de estudio, cual si hubiera pasado por ellos un tifón, aparecen tan faltos de libros como sus cabezas de reflexiones de cierta profundidad. Son expertos, eso sí, en la sincronización de los dedos. De aquí a un par de generaciones habrá mutado la forma de los mismos, adheridos a una mano inusualmente prensil, capaz de asegurar el móvil mientras se teclean con avidez los mensajes.
Todos tienen en su pantalla los resúmenes de algunos diarios, una especie de Selecciones del Reader's Digers renovadas con las noticias de última hora, políticas o instigadoras de las últimas modas en pantalones o camisas. Suelen ir continuamente salteadas con fotos de pose, a veces de carácter erótico. Es la era de los selfies. Algunos usuarios jóvenes del móvil portan ya lentes por una anticipada presbicia. Han salido muy de mañana conectados y se acuestan de la misma forma. Probablemente lo coloquen al cabo sobre su mesilla de noche. Ésta es, sin duda, la generación mejor preparada; ¿pero, preparada de qué?
Comprenderemos que con esos mimbres no se puede pedir al cesto resultante lo que no ha de dar. Releguemos de una vez el libro y, en general, el papel (salvo el que sale por la impresora) al baúl de los trastos viejos, inservibles. La era de la imprenta parece agonizar lentamente. Las nuevas generaciones, como sus mayores, la han superado. Suyo es el futuro. ¡Muera Gutenberg y viva Bill Gates! ¿Qué hubiera sido de nosotros, en plena pandemia del Covid, sin los móviles?
miércoles, 19 de agosto de 2020
El lujo de atesorar tiempo. Por J.A. Hernández, catedrático emérito de la UCA
Con independencia de la edad que tengamos -querida amiga, querido amigo-, una reflexión sobre el tiempo –el mayor capital y el más difícil de administrar- siempre es oportuna. Es probable que –tú igual que yo-, alguna vez, hayas experimentado la paradoja de que, cuanto más escaso es, más te cunde, y de que, por el contrario, cuando es más abundante, te resulta insuficiente para desarrollar los planes que, ilusionado, habías realizado.
En estos momentos se me ocurre que, en vez de imaginar esos ambiciosos proyectos que nos dibuja la publicidad, deberíamos elaborar una breve lista con aquellos pequeños placeres de la vida, con esos goces que no cuestan dinero y que, a pesar de estar al alcance de la mano, apenas les prestamos atención. Son esas sencillas actividades que más nos gratifican como, por ejemplo, leer tranquilamente un libro que, como si lo leyéramos con todo el cuerpo, nos hace sentir, soñar, pensar y, sobre todo, nos ayuda a estar con nosotros mismos.
En estos tiempos en los que las modernas tecnologías de la comunicación han tejido esa tupida red universal en la que de manera interrumpida todos nos comunicamos con todos -las páginas webs, los móviles, los chats, los foros y los blogs- es un lujo suntuoso disfrutar durante un rato de nosotros mismos, recrearnos recortando trozos de nuestro pasado y dibujando esbozos de nuestro porvenir.
Es posible que, en la actualidad, los dos –tú y yo- estemos excesivamente influidos por una creciente concepción económica según la cual el tiempo es, por un lado, una herramienta de uso y lucro, como una mercancía, como una banda ancha de intercambio de comunicaciones productivas, como una mera posibilidad de remar hacia la plusvalía. Me refiero a ese tiempo enajenado que nos convierte en unos sujetos que no somos dueños sino empleados de nuestros días. Pero, en mi opinión, es peor todavía que, cuando se nos queda vacío, lo consideremos como una seria amenaza para nuestro equilibrio psicológico. Algunos llegan a temer los días libres, porque, según dicen, se ahogan en el tiempo o languidecen entre las horas muertas; por eso, quizás, son tantos los que acuden a los espectáculos ruidosos y multitudinarios.
Estoy convencido de que, para disfrutar verdaderamente de la compañía y de las palabras de los demás, es indispensable que, previamente, hayamos aprendido a sentir el placer de estar solos y el goce de escuchar el silencio. Será entonces cuando estaremos en condiciones de comunicar esas experiencias que, sin necesidad de invertir dinero, nos resultan esencialmente útiles: esos caprichos, esos gustos y esos episodios que cumplen plenamente con su función cuando se comparten con algún otro que, al comprendernos, incrementa el valor de nuestras cosas.
Creo que deberíamos aprender algunas fórmulas eficaces para atesorar cada momento que vivimos y, sobre todo, para compartirlo con alguien especial: se trata de vivir una vida simple, en paz, con mayor tranquilidad, sin estrés y sin ansiedad. Estoy de acuerdo con Carlos Fresneda quien, en su libro La vida simple, partiendo de una máxima de Epicteto -“La vida feliz será imposible mientras no simplifiquemos nuestros hábitos y moderemos nuestros deseos”-, nos aconseja que pasemos de los excesos de la sociedad de consumo a la búsqueda de nuevos estilos de vida. Creo que ésta es la mejor fórmula para ganarle tiempo al tiempo.
martes, 18 de agosto de 2020
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA: LOMLOE. Por Rafael Serrano
El título de la novela de Gabriel García Márquez, me sirve para encabezar mis reflexiones sobre la Ley de Educación, actualmente en tramitación parlamentaria, la LOMLOE, o Ley Celáa, como se la conoce. Y es que esta Ley, si se llega a aprobar en el Parlamento, cosa bastante probable, a mi juicio, nace muerta. Voy a explicar por qué lo creo así. En primer lugar, como la propia designación de la Ley anuncia, lo que trata es de recuperar la LOE, una Ley educativa que como todas las leyes educativas en España desde hace 40 años, resultó breve, nefasta e inconsistente, y ello debido a que en ella se buscaba más hacer una Ley ideológica, al servicio de intereses políticos y de partido, que dotar al sistema educativo de una Ley eficaz para lograr la mejor formación y educación de nuestros niños y jóvenes.
A pesar de que la LOMLOE, manifiesta su intención de modificar la LOE (Ley Orgánica de Modificación de la LOE), tales modificaciones, lo que introducen además de la innecesaria utilización del leguaje “inclusivo” (niños y niñas; padres y madres; alumnos y alumnas…), es una mayor carga ideológica con un reforzamiento de la ideología de género. Por ejemplo, en su artículo 1 apartado l) dice; “El desarrollo de la igualdad de derechos, deberes y oportunidades, el respeto a la diversidad afectivo-sexual y familiar, el fomento de la igualdad efectiva de mujeres y hombres a través de la consideración del régimen de la coeducación de niños y niñas, la educación afectivo-sexual, adaptada al nivel madurativo, y la prevención de la violencia de género, así como el fomento del espíritu crítico y la ciudadanía activa”. Cabría preguntarse si se pretende transmitir la idea de que son equiparables cualesquiera tipos de familia; si pretende el Estado asumir el derecho y el deber de los padres de dar la educación moral de acuerdo con sus convicciones, y no cabe duda que la educación afectivo-sexual tiene mucho que ver con la formación moral.
También claramente la Ley pretende privilegiar la coeducación, a pesar de que ya el Tribunal Constitucional desestimó un recurso, contra la LOECE, declarando CONSTITUCIONAL LA EDUCACIÓN DIFERENCIADA Y DEJA LA PUERTA ABIERTA A SU FINANCIACIÓN PÚBLICA SI LOS CENTROS CUMPLEN LA LEY.
Creo que con lo anteriormente expuesto queda claramente de manifiesto el carácter fuertemente ideológico de esta Ley. Pero por otra parte hay otras razones que hacen de esta Ley, una más con fecha de caducidad. El Proyecto de esta Ley no ha contado con informe del Consejo de Estado; tampoco cuenta con consenso parlamentario, pues la enmienda a la totalidad fue votada por 153 votos, aunque estas enmiendas fueron rechazadas por 195 votos, trámite parlamentario que, por cierto se llevó a cabo en pleno estado de alarma. Tampoco cuenta con el apoyo unánime de la comunidad educativa, padres, sindicatos y centros privados.
¿Puede una Ley en estas condiciones ofrecer garantía de perdurabilidad, al menos de diez años, como la Ministra pide para su total implantación? Cuando vivimos unos tiempos de una inestabilidad política, social, económica que no permite prever el futuro, ni el más inmediato, ¿quién puede predecir que no haya un cambio de Gobierno en poco tiempo y se vuelva a plantear otra Ley de Educación?
España necesita un gran pacto por la Educación que garantice la formación de nuestros hijos de modo que se les ofrezcan mejores perspectivas de futuro. Esto es lo que debemos exigir a nuestros políticos. Está en juego el futuro de nuestros hijos y el de nuestra nación.
En otros artículos abordaré otros aspectos del contenido de esta ley en que podemos ver luces y sombras.
Rafael Serrano Molina
lunes, 17 de agosto de 2020
Espacios imprescindibles para visitar en Cádiz
La pandemia del coronavirus obligaba el pasado mes de marzo al cierre de los monumentos de Cádiz por la declaración del Estado de Alarma. Una vez superada la Fase 3 de la desescala, los espacios turísticos y culturales de la ciudad volvían a abrir sus puertas de forma progresiva y con el inicio del mes de julio la mayoría de ellos ha empezado a notar el aumento de visitas turísticas.
Museos, monumentos y demás espacios, han dispuesto los protocolos necesarios de esta nueva normalidad para la prevención del Covid-19. De esta forma, los aforos limitados, la obligatoriedad del uso de mascarillas, el mantenimiento de la distancia de seguridad y la desinfección e higiene de manos, rigen las visitas turísticas de este verano. El Yacimiento Gadir, el Museo del Títere, el Espacio de Creación Contemporánea (ECCO) o el Museo de las Cortes, forman parte de las propuestas más interesantes.
A excepción del Teatro Romano, cerrado por la próxima rehabilitación a la que va a ser sometido una vez que se adjudiquen las obras, y el Castillo de San Sebastián, que sigue abandonado a su suerte, estos son algunos de los monumentos imprescindibles que se encuentran ya abiertos en la capital.
Necesitamos acompañar para sentirnos acompañados. Por José Antonio Hernández
Estoy gratamente sorprendido por el elevado número y por la notable calidad de los comentarios que he recibido sobre el artículo del sábado pasado titulado “La hora de los mayores”. “Y es que -me dice Juan- nosotros, lo viejos, leemos más que los jóvenes”. Confieso, sin embargo, que lo que más me ha llamado la atención ha sido la coincidencia de varios lectores al señalar que el hecho que “más nos duele” es la soledad. Éste ha sido el asunto sobre el que hemos conversado en nuestra última reunión semanal.
Hemos llegado a la conclusión de que, aunque es cierto que los dolores del cuerpo, los sufrimientos del alma y los procesos de las enfermedades y de la muerte los sentimos de forma personal e intransferible, también es verdad que la compañía de seres comprensivos nos alivia de una manera importante. La mirada atenta, la palabra amable y hasta el silencio respetuoso nos proporcionan unas inestimables energías para mantener un estado de ánimo imprescindible para sobrevivir. Pero, si prestamos atención a la experiencia de acompañar, fácilmente podemos llegar a la conclusión de que es el acompañante quien sale más beneficiado. Vivimos en una sociedad de complejidad creciente donde demasiadas personas ancianas se sienten solas, aisladas o confundidas entre la muchedumbre. Algunas se distancian de quienes las rodean porque se creen marginadas y deciden cortar los hilos que las vinculan al entorno sufriendo un desamparo -dice Paco- “similar al de las ratas abandonadas por su madre”.
Todos sabemos que no podemos vivir sin comida saludable, sin agua limpia o sin aire puro, pero reflexionamos escasamente sobre la necesidad de compañía y sobre los prejuicios que produce la soledad. La medicina actual reconoce que las dolencias orgánicas por las que muchos de los pacientes acuden a los hospitales y a los ambulatorios tienen su origen en el alma, en el espíritu o en la mente. La ansiedad que genera la soledad -en el fondo, “un mal de amor”, según Manolo- puede provocar un debilitamiento progresivo del sistema inmunitario porque genera una tendencia a la indolencia y a la atonía, a la alimentación defectuosa y al abandono del cuidado personal. Los psicólogos explican cómo el equilibrio de las emociones exige contactos humanos, relaciones sociales satisfactorias, gestos amables, miradas cómplices y palabras amistosas. A las personas que se sienten abandonadas les cuesta dormir y, generalmente, descansan menos durante el sueño que quienes gozan de compañía, sus heridas tardan más en cicatrizar, sus resfriados se hacen crónicos y hasta puede generar la demencia.
Estoy convencido -concluye solemnemente Juan- de que el beneficio es mutuo y, también, el agradecimiento, ese sentimiento impagable que favorece la autoestima, fortalece las conexiones neuronales, estimula las emociones, incrementa la cohesión social, enriquece nuestros valores éticos y vigoriza el sistema inmunitario. En resumen, necesitamos acompañar para sentirnos acompañados.
domingo, 16 de agosto de 2020
EL EXCESIVO AFÁN DE “ÉXITO” PUEDE PARALIZAR EL CRECIMIENTO HUMANO, por José Antonio Hernández Guerrero
Este ejercicio de introspección nos anima para que cada uno de nosotros nos adentremos en nuestro mundo interior y allí, en la soledad de la conciencia, reflexionemos sobre el riesgo de dejarnos arrastrar por ese afán de éxito “atrapados en una burbuja de posibles privilegios” que nos roban lo más valioso de nuestra libertad para construir un futuro realmente provechoso y gratificante.
Hemos de tener claro que, con mucha frecuencia, la lucha por el éxito impide el verdadero aprendizaje de la vida porque hace que olvidemos que la educación es -debe ser- la senda por la que una sociedad articula y transmite sus ideales, esos contenidos fundamentales para el bienestar personal, familiar y social. Importantes, a mi juicio, son las pautas que traza para orientar a los alumnos en la búsqueda de caminos que le ayuden a crecer como seres humanos que, desprendidos de las “garras del sistema vigente”, se formen como seres libres de esas influencias tóxicas que, alimentando el miedo, la ansiedad, la depresión y el vacío, conducen a la soledad y a la falta de sentido.
Como el autor señala, la ausencia en nuestros vocabularios de la palabra “ideales” es indicativa de la devaluación de nociones tan importantes como “justicia”, “belleza”, “bondad”, “bien”, “verdad” que, como es sabido, constituyen las bases de una vida humana, del bienestar psicológico, de la convivencia familiar y de la paz social. Por eso nos llama la atención sobre la sustitución del término “virtud” por otro algo más “ligero” como “valor”. Tras la lectura de este libro he llegado a la conclusión de que las aspiraciones profesionales y la elección de centros de estudio y de proyectos profesionales aplicando criterios preferentemente económicos, además de ser una ingenua simplificación del bienestar humano, entraña un empobrecimiento dañino de la vida individual y social. La experiencia nos muestra cómo cuando mutilamos el cuerpo de los principios éticos, sociales y religiosos, se resiente todo el equilibrio personal y se derrumba, incluso, la estructura de la vida familiar: nos hacemos más vulnerables porque perdemos de vista que la vida humana posee unos contenidos morales, sociales y religiosos que son complementarios y que, cuando olvidamos o prescindimos de cualquiera de ellos, se devalúan los demás bienes personales y colectivos.
[ William Deresiewicz
El rebaño excelente
Madrid, Rialp, 2019].