jueves, 26 de marzo de 2020

¿LAS NOTICIAS PERJUDICAN A LA SALUD?. ¿ESTÁ USTED INFOXICADO?



El perfil del confinado es muy diverso, posiblemente alguno de vosotros esté aprovechando para terminar ese conjunto de cosas que se quedaron a medias, pero puede que otros pase la mayor parte del tiempo frente al TV y sepa ya del "Coronavirus" tanto como para hacer una tesis doctoral.
En mi post de hoy comparto la frase que dicen y practican dos miembro de mi familia:

Hace días que no encendemos la tele”.

Y basada en ella hacemos la siguiente reflexión:

Sí, cada vez son más las personas que buscan refugio ante la situación de incertidumbre que vivimos apagando la radio o el televisor. Y es que, si bien en un primer momento la mayoría estaba pendiente del recuento en vivo y en directo del reguero de víctimas mortales y de nuevos infectados por el Covid-19, a largo plazo esta situación puede volverse insostenible.

A muchas personas el estar permanentemente conectadas y leyendo “últimas horas” les provoca mas desasosiego dentro del complicado encierro doméstico al que nos obliga la situación.
Por eso apagar la televisión (irse a otro canal de poco vale en este caso), cambiar de tema, silenciar los grupos de Whatsapp o abrir un buen libro son estrategias que funcionan para no perder la esperanza, para no dejarse vencer por el desánimo y el miedo.

Las noticias perjudican la salud

¿CONOCE EL TÉRMINO INFOXICADO?
Una idea interesante desarrollada por Rolf Dobelli es que la acumulación de noticias informativas que nos llegan perjudican la salud.
Hacen que nos volvamos más temerosos y agresivos y disminuyen la creatividad y la capacidad de reflexión. 
Las noticias son al cerebro lo que el azúcar es al cuerpo. 

Son fáciles de tragar, y nos facilitan pequeños bocados de placer, no requieren ningún esfuerzo, pero nos acaban perjudicando. Aunque parezca que simplemente nos mantienen informados, las “noticias” nos llenan el cerebro de hechos que carecen de utilidad práctica o teórica alguna para nuestras vidas, que se escapan de nuestro ámbito de acción.

Por eso, y a diferencia de lo que ocurre al leer libros, podemos llegar a tragarnos una cantidad ilimitada de titulares, como si de caramelos multicolores para el alma se tratase.

EL EXCESO DE noticias es tóxico

Fíjese en el siguiente ejemplo: un coche pasa sobre un puente y el puente se viene abajo. ¿Cómo abordará la prensa la noticia? Si el conductor sale con vida, puede estar seguro de que será el primero en tener la palabra en el telediario de las nueve. ¿Por qué? Porque es algo excitante para el espectador, el cual va a llegar a sentir todo tipo de emociones fuertes al escuchar el testimonio (adónde se dirigía el conductor, en qué estaba pensando, lo que sintió…), y también porque para el periodista es una información fácil, rápida y barata de producir. La información más útil que se habría podido extraer de lo sucedido sería la solidez del puente, su estructura y el riesgo de que algo semejante ocurriese en otro lugar. No obstante, eso es algo demasiado complicado de analizar y explicar en “las noticias”.

El peligro de la información que nos facilitan de ese modo es que falsea nuestra apreciación del riesgo. Por ejemplo, y por culpa del protagonismo que tienen unas u otras noticias en la prensa y los telediarios, se sobreestima el riesgo de morir en un atentado terrorista y, sin embargo, se subestima el de morir por estrés crónico. De igual forma se sobrestima la felicidad que crea el hecho de ser rico y se subestima la posibilidad de arruinarse la vida por elegir mal al cónyuge.

El abuso de noticias es realmente tóxico para nuestro cerebro, y el único modo de protegernos sería dejar de consumirlas por completo.

La sobresaturación de noticias es inútil

De entre las 10.000 noticias que haya leído o escuchado en los últimos doce meses, cite una que le haya ayudado a tomar una decisión más acertada con relación a su vida privada o profesional”, dice Rolf Dobelli.

Efectivamente, el consumo excesivo de noticias no tiene ninguna utilidad práctica. Mientras que nuestro cerebro necesita hacer un esfuerzo para asimilar las cosas que tienen alguna utilidad, sin embargo no hace ningún esfuerzo para absorber algo que es simplemente “nuevo”.

Nos hacemos ilusiones al pensar que por acumular un gran número de noticias en nuestro cerebro, llegaremos a entender el mundo mejor. Y ocurre lo contrario. Todo lo importante que debemos saber sobre la vida no está en las noticias, sino que surge lentamente de nuestras propias reflexiones.

Así es en el caso de la vida personal, pero también en el de la profesional. Si estar al corriente de las noticias fuese tan relevante para nuestra trayectoria profesional, los periodistas que elaboran esas noticias se encontrarían en la cima de la pirámide. Y no es el caso.

Y la razón es que las noticias no hacen que reflexionemos, ya que lo único que hacen es ayudar a consolidar nuestros prejuicios. Para reflexionar necesitamos concentración, lo que requiere que no nos interrumpan. Sin embargo, las noticias están especialmente diseñadas para interrumpirnos.

Si le interrumpen constantemente mientras está reflexionando, no logras concentrarte en lo que estás haciendo, si eres estudiante no aprendes  y si eres adulto no tienes posibilidad de que se integren en la memoria a largo plazo, que es precisamente donde se almacenan.

Todo ello explicaría la impresión de perder la memoria y la capacidad de concentración, una sensación ampliamente extendida hoy en día entre las personas más jóvenes.

Las noticias envenenan el cuerpo

Las noticias activan de forma constante el sistema límbico del cerebro. Las catástrofes que se nos anuncian en los titulares todos los días liberan altas cantidades de glucocorticoides (cortisol). Esto altera el sistema inmunitario y reduce la producción de la hormona del crecimiento, que se encarga de regenerar el organismo. Las noticias pueden, por sí solas, someter a una persona con una vida (real) tranquila a una situación de estrés crónico.

Los altos niveles de glucocorticoides perjudican la digestión, reducen el crecimiento de las células de la piel, del pelo y de los huesos, aumentan el nerviosismo y hacen mas proclive a las infecciones. Puede llegar a sentirse temeroso, agresivo y reducirse su campo de visión.

Las noticias funcionan como las drogas. De forma mas o menos consciente, estamos al tanto de numerosos temas y los medios de comunicación nos tientan constantemente para que queramos saber “qué pasará después”.

Los científicos antes pensaban que los cien mil millones de neuronas del cerebro estabilizaban sus conexiones en la edad adulta. Hoy en día sabemos que no es así. Las células rompen constantemente las conexiones viejas para crear nuevas. Cuanta más información consumimos, mayor es el número de circuitos neuronales dedicados a las tareas superficiales y menor es el número de los que se encargan de las reflexiones profundas. La mayoría de los consumidores de información, incluidos los que solían ser ávidos lectores, han perdido la capacidad de leer artículos extensos y libros. Tras unas cuatro o cinco páginas, se cansan, se aburren, su concentración desaparece, necesitan moverse… o directamente se duermen. La razón no es que hayan envejecido o que tengan cosas más importantes que hacer; es que la estructura física de su cerebro ya no es la misma.

Otro efecto particularmente lamentable de las noticias es que nos ahogan con sucesos respecto a los cuales no podemos hacer nada. Al escuchar historias sobre las catástrofes varias que asolan todos los rincones del mundo, nos volvemos pasivos y nos vemos sumergidos en un estado de ánimo negativo, pesimista, fatalista, pudiendo incluso perder toda capacidad emotiva o de compasión hacia los demás, así como la ilusión por el futuro.

Otra víctima colateral de las noticias es la creatividad. “No conozco ningún espíritu creativo que haya devorado noticias; ni escritores, ni compositores, ni matemáticos, ni físicos, ni científicos, ni músicos, ni diseñadores, ni arquitectos ni pintores. Por el contrario, conozco cantidad de personas enfermizamente estériles que consumen noticias como si de una droga se tratase”, observa Rolf Dobelli.

Todo ello no quiere decir que en este mundo no necesitemos periodistas. Todo lo contrario, son necesarios para dar a conocer los hechos más importantes relacionados con nuestro destino común, tanto a nivel local como a nivel mundial. Por lo tanto, no se trataría de dejar radicalmente de estar informado, ni de vivir a espaldas de lo que pasa en el mundo. De lo que se trata es de no volverse adicto a la información (algo a lo que ha contribuido internet, que ha hecho que si no estamos al tanto de lo ocurrido en el minuto anterior, nos sintamos desinformados). Y desde luego, la única manera de entender mejor el mundo que nos rodea es leer artículos de investigación extensos y libros.


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