¡Buenas
tardes queridos radio oyentes!
Ayer celebrábamos la
Fiesta de todos los Santos, hoy conmemoramos el día de los Fieles Difuntos y nuestro pensamiento acompaña a "los que nos precedieron
en la señal de la fe y duermen el sueño de la paz".
Generalmente Noviembre,
con sus días cortos, hojas caídas y el invierno en puertas es un mes gris…
donde la lluvia penetra en nuestro espíritu y nos hace sentirnos algo más
partícipes de la vida, con sus luces y sombras. También, nos invita a
reflexionar sobre la muerte.
Por eso HOY VAMOS A HABLAR DEL “SENTIDO CRISTIANO DE LA MUERTE”
Les
doy la bienvenida a “Aire Libre”
Les
habla Francisco Pavón.
La
muerte nos iguala… Todos los seres humanos sin excepción de razas, credos o
clase social… tenemos una cosa en común: la certeza de que algún día moriremos.
Pero ese día no
sabemos cuándo será: no respeta fechas ni edad… ¿cómo se lo iban a imaginar los
que han muerto en los accidentes de tráfico del pasado puente? o ¿en los
terremotos del presente año?…
Y toda muerte lleva
consigo una gran pérdida para el que se queda… ¿Quién… y especialmente en días
como hoy… no recuerda la pérdida de un ser querido? Es difícil encontrar
calificativos para esta verdad absoluta de la vida que es la muerte.
Si la persona
querida es anciana, ha vivido bien y suficiente tiempo, solemos calificar su
muerte de “natural” con el objeto de consolarnos.
Si hablamos de
pérdidas por atentados, desastres naturales o accidentes, solemos calificar las
muertes de “aterradoras” o “inexplicables” porque al dolor de la pérdida se
añade el factor sorpresivo y el desconsuelo parece insuperable.
Pero la pérdida más cruel,
a mi modo de ver, es la de un hijo o una hija. Aquí ya los
calificativos de “antinatural” y “brutal” quedan cortos… pensemos que no
hay palabra en el diccionario que recoja tan terrible acontecimiento... Si una
persona pierde a su madre o a su padre queda huérfano, si pierde a su pareja
queda viudo o viuda… ¿y si pierde a su hijo? … Se derrumba…Un abismo se levanta ante él.
calificativos de “antinatural” y “brutal” quedan cortos… pensemos que no
hay palabra en el diccionario que recoja tan terrible acontecimiento... Si una
persona pierde a su madre o a su padre queda huérfano, si pierde a su pareja
queda viudo o viuda… ¿y si pierde a su hijo? … Se derrumba…Un abismo se levanta ante él.
Escuchamos a Andrea
Bocelli cantando Ave Verum (en el funeral de Luciano Pavarotti, 6 de
septiembre de 2007). El acento dulce y triste de esta pieza refleja para mí la
aflicción que cualquier madre podría hallar ante el cuerpo inerte de su hijo. Seguro
que al escucharla podremos reencontrar una ternura “antigua”, perdida y olvidada
en nuestros corazones.
Para pensar en el misterio de la vida y la muerte, al margen de nuestras
creencias, se requiere emoción interior, profundidad y una enorme humildad
ante la grandeza de todo lo que nos rodea. La música transporta nuestro espíritu y nos hace detenernos en un tiempo, tan penetrante como el poder de la vida o tan eterno como la muerte.
Comenzábamos el programa con el Ave Verum, y me gustaría finalizar con el Requiem de Mozart en Re menor, K 626, que nos transporta y eleva a lo etéreo. Es
conmovedor en cualquiera de sus partes, pero escuchamos Lacrimosa, … escrito por el compositor en su lecho de muerte, presenta una extraordinaria fuerza expresiva que refleja la genialidad de su creador. Esta obra inacabada parece un testamento espiritual que habla del profundo cambio del ser humano ante el misterio de la muerte.
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