jueves, 11 de febrero de 2021

"Mándame un tuit". Por Javier Ballesta

 La pandemia se está cebando en todos creando una percepción extraña de estar inmersos en una pesadilla, donde se nos persigue en medio de una angosta calle que nos aprisiona, mientras la angustia y la impotencia se apodera de nosotros. Estamos metidos hasta las cejas en este laberinto, donde mutamos entre lo virtual y lo semipresencial, guardando las distancias, el alejamiento de la interacción; y lo que más me duele es cómo estamos cambiando, más encasillados, más en nosotros, en nuestras circunstancias, para de manera tácita hacer la 'política del avestruz', aquella que se define por practicar el 'yo-me-mi-conmigo', el individualismo 'a tope de power', donde se gana por goleada y todo gira en torno a uno mismo; con sus insinuaciones y decires lanzados desde las redes sociales, que se han convertido en el sitio desde donde se dirige y se aconseja, y desde donde algunos tienen la tentación de cambiar el mundo y hasta se empeñan en ser sus protagonistas.

Y es que más ahora, en este escenario pandémico, debe ser tentadora esa sensación de creerse potente, poderoso influyente ante nuestro auditorio, donde tenemos siempre esos fieles 'palmeros' que no fallan. Este hecho se ha hecho tan común que todos los políticos, no hace falta dar nombres, se lanzan desde el púlpito de las redes, creyéndose fuertes para gobernar, de la forma más fácil, sencilla y nada comprometida para decir esto o aquello, evitándose dar la cara ante los medios, evitando comparecencias, apreturas innecesarias, porque saben que siempre será mejor hablar desde el móvil. La excusa de la pandemia facilita que los practiquen desde su zona de confort, para lanzar sus prédicas.

En lo referente a mis temas, me cuesta entender que en la polémica de los exámenes 'online' universitarios, el amigo Castells aconseje a sus rectores, a través de un tuit cuando a esa hora las universidades andaban enfangadas en un turbio asunto. Esa llegada tarde e inoportuna del mensaje del ministro del gremio, creando alarma y desconcierto, no ha sentado nada bien a sus directivos y profesorado, porque no es el modo adecuado para comunicarse. Hubiera sido mucho mejor hacerlo 'en vivo y en directo', desde plataformas virtuales, previamente agendado y estableciendo tiempos para dialogar y escuchar a los implicados. Nada que ver con lanzar el 'pío, pío' del pajarito.

Javier Ballesta

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