‘La influencia de la música a nivel psicológico y su capacidad para conectar con nuestras emociones y estados de ánimo es algo ya percibido desde hace siglos (como en la cultura griega), refrendado por la Psicología General, y más recientemente corroborado por numerosos estudios procedentes de la Psicología de la Música y la Neuropsicología’.
Francisco Escoda, músico, profesor superior de piano, psicólogo especializado en Psicología de la Música y director del Máster Universitario en Interpretación e Investigación Musical en VIU
La música es parte inseparable de la naturaleza humana, está tan enraizada en nuestra esencia e inconsciente colectivo que es capaz de afectar prácticamente todos los aspectos de nuestra fisiología y psicología.
Entre otras cosas, escuchar música: activa más partes del cerebro que cualquier otro estímulo humano, fortalece el sistema inmunitario, tiene efectos beneficiosos sobre la salud cardiovascular, siendo capaz de reducir el ritmo cardíaco, la presión sanguínea y los niveles de estrés y nos ayuda a combatir la fatiga al hacer ejercicio. Y estos son solo algunos ejemplos.
Lo que queremos ilustrar con esto es que la música es un bien cultural indispensable, un derecho que debe estar garantizado para toda la humanidad, y la única manera en que esto es posible es cuidando a los músicos, apoyándolos en su formación y procesos creativos.
En el contexto en que nos encontramos este propósito se vuelve aún más fundamental. La pandemia ha creado un panorama muy complicado, con serias restricciones a la cultura que se traducen en enormes dificultades para que los músicos puedan seguir desarrollando su labor profesional. Todo en un momento en que necesitamos la música más que nunca.
Durante el confinamiento, la música hizo de nexo entre soledades, unió sensibilidades dispares y tejió redes que conectaban los satélites dispersos en que se habían convertido nuestros hogares. Nos dio esperanza, alegría y nos permitió vivir nuestras penas de frente. Demostró, en pocas palabras, ser el lenguaje universal capaz de traducir y comunicar de forma nítida las emociones que el mundo necesita en un período de incertidumbre, crispación y enfrentamiento.
Por eso, desde la Universidad Internacional de Valencia-VIU quieren dar las gracias a los músicos. Agradecer su compañía, las alegrías y penas que nos permiten sentir, el entretenimiento que nos brindan, la conexión que nos hacen vivir y sobre todo la esperanza que nos dan cuando más la necesitamos.
Un agradecimiento que expresan a través de lo que mejor saben hacer: poner a su disposición la tecnología y su experiencia docente para apoyar su crecimiento, preparación, especialización e investigación.
La formación musical siempre ha ocupado un lugar destacado dentro de la oferta académica de VIU, y en estos tiempos difíciles quieren reafirmar su firme compromiso con el colectivo de los músicos, un compromiso que históricamente se ha traducido en planes especiales, ayudas a la formación y en la participación y/o organización de actividades y acciones de fomento a las diversas formas de expresión que abarca la música.
Para concluir, un último ejemplo que ilustra a la perfección el grado en que la música puede unirnos: en el proyecto de investigación ‘Kroppens partitura’ (partitura musical del cuerpo), los investigadores de la Academia Sahlgrenska en Suecia, demostraron que cantar en conjunto no solo coordina los movimientos musculares de los cantantes y las actividades neuronales en grandes partes del cuerpo, sino que también sincroniza los latidos del corazón de quienes cantan. Es decir, que la música es literalmente capaz de hacer que nuestros corazones latan al mismo ritmo. Una imagen tan sencilla como poderosa de la capacidad que tiene la música de conectarnos. Una razón más de muchas por las que dar las gracias a los músicos.
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