China siempre proclama que nunca intervendrá en cuestiones internas políticas de otros países. Una filosofía totalmente opuesta al intervencionismo y con la que siempre ha marcado su diferencia principal con Estados Unidos. Segundo, ellos mismos proclaman que el objetivo de estar presentes en otros países es el de aportar riqueza. No hace falta explicar mucho que esto es una forma de definir “inversión económica”. China no es una ONG precisamente, es más, por el contrario, son negociadores natos con la paciencia como virtud aliada, y una personalidad muy trabajada en los conceptos de rentabilidad y ganancias.
En su día ya contamos que el propio presidente Xi Jinping dijo en un encuentro con representantes estadounidenses que no entendía por qué se cuestionaba y daba tanto temor China, cuando “llevaba riqueza y, además, no daba ningún dolor de cabeza añadido”. Como China está lejos para España, y pocas veces se mira hacia los gigantes asiáticos excepto cuando ya ha llegado un virus o hay un interés económico específico, estos mensajes de años atrás nunca llegaron, y sorprenden ahora con la noticia de la caída de Afganistán en manos de los talibanes.
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