lunes, 20 de noviembre de 2023

Premiado el proyecto "Camino Espiritual del Sur" (GUADIX - CARAVACA DE LA CRUZ)

 


TRAMOS DEL CAMINO

Qué es el camino espiritual del Sur

Es un camino de peregrinación con un itinerario histórico y cultural de enorme riqueza y de paisajes muy singulares, que parte de la comarca granadina de Guadix, Prima Sedes Hispaniae y transcurre por las de Baza y Huéscar del Altiplano Granadino hasta la Real Basílica de Caravaca de la Cruz en la Región de Murcia.


WEB DEL CAMINO

Cuáles son los tres fines fundamentales que persigue

Una tensión entre la memoria del pasado y el compromiso con la realidad del presente, vinculando la geografía y el paisaje del camino a su historia, a su patrimonio cultural y espiritual y un reavivar el sentido de la trascendencia, con que arraigar a sus pobladores y visitantes.



Propiciar la peregrinación mediante un recorrido físico del territorio del camino que permita el encuentro con la naturaleza y su Creador y un recorrido interior o espiritual que, entre dificultades, dolencias, esfuerzos, pero también muchas satisfacciones, pueda dotar al peregrino a la luz de la Cruz de un nuevo horizonte en su vida y una mayor significación y sentido de la misma.

Promover el desarrollo y arraigo de población, mediante proyectos y propuestas que redundarán en la potenciación turística y cultural del territorio, la cohesión de todos los agentes sociales, Administraciones Públicas, Empresarios, Grupos de Desarrollo, Asociaciones Privadas y por supuesto, los habitantes de los municipios de la Diócesis de Guadix y Cartagena-Murcia, la difusión de su patrimonio cultural, histórico y medioambiental, y contribuir a su dinamización económica.

En el Camino Espiritual del Sur “CES” vamos a encontrar muchos paisajes, monumentos e iglesias que van a favorecer nuestra espiritualidad, ayudándonos a alcanzar el auténtico objetivo de este recorrido, que es realizar una transformación personal que lleve al máximo acercamiento a Dios, ya que es un camino de salvación. Es un itinerario bidireccional entre la Catedral de Guadix, levantada en el primer Episcopado Español y la Basílica de la Vera Cruz, ubicada en la Ciudad Santa de Caravaca de la Cruz.


Las tres religiones abrahámicas coinciden en las características esenciales de lo que es una peregrinación, aunque después cada una añade aspectos que las diferencian. El primer peregrino de la historia es Abraham, que abandona la ciudad de Ur de los caldeos para ir a Canaán, la tierra de los cananeos. Es un hombre en camino, con una meta y una motivación.

Peregrino en hebreo es el que sube, no el que camina, porque la peregrinación consiste en subir a Jerusalén. Subir de nivel geográfico y espiritual hasta el lugar sagrado, con el esfuerzo de ir caminando a pie, siendo el sentido del camino la honesta purificación del hombre. El ritual del encuentro con Dios tuvo en su momento un lugar donde poder realizarse, pero ahora no hay templo en Jerusalén, lo que produce la nostalgia de un lugar que no es posible encontrar, haciendo que la peregrinación pase a realizarse hacia las personas, el colectivo, en un total abandono en las manos de Dios, como expresión de fe individual y familiar. En la ofrenda del cordero no podía sobrar comida para el día siguiente, lo que obligaba a las familias a invitar a otras personas para acabarlo. El rostro de Dios se manifestaba a través de la unión familiar y del otro al que conozco durante el camino, con el que vamos a compartir nuestra comida. De esta forma, el peregrino ve el rostro de Dios al encontrarlo en el otro.

Para los musulmanes la peregrinación a la Meca es el quinto pilar del Islam, en el que cada peregrino tendrá experiencias diferentes, siendo las más importantes las de carácter ascético, porque llevan a conocer a Dios en nosotros mismos. Son los corazones y no las personas los que deben ponerse en contacto con Dios. Por eso, cuanto mayor es la distancia por recorrer, más se debe profundizar en lo recóndito de nuestra alma. Es fundamental que este viaje interior se realice para ser mejor persona. Se trata de conocer a Dios y tener a Dios contigo, a la vez que se experimenta la experiencia y el esfuerzo de comunicarse con otros, ya que de esta forma aceptamos la pertenencia a una colectividad de peregrinos, que nos recuerda la congregación anual, semanal o diaria. Las peregrinaciones son viajes de sufrimiento y paciencia, en los que hay que despojarse de la ropa habitual, para ponerse la de peregrino; de esta forma la apariencia de todos es idéntica, reflejando que todos somos iguales, aunque cada persona es única. Es regresar a la naturaleza innata, como un niño que se alegra por todo, sintiendo el camino conectado a un Dios que proporciona cariño y nos abraza.

Miguel Asín Palacios explicando a los sufíes nos habla de un camino “que conduzca al despertar y a la iluminación interior, el camino que debe conducir al lugar de conexión entre la realidad exterior y física y una dimensión sin tiempo y sin espacio que es la que se experimenta en el interior del ser. La vía mediante la que el hombre trasciende su yo individual y llega a Dios. Y en donde el conocimiento metafísico o la realización espiritual habrá así de consistir en la eliminación de los velos que separan al hombre de Dios”. 

Los cristianos no tenemos obligación de peregrinar y cuando lo hacemos es a un Santuario concreto, mediante un viaje motivado por una necesidad interior y para dar cauce a nuestro compromiso religioso. El peregrino sale de su entorno de confort donde se siente seguro, ya que le es conocido y le genera confianza, para adentrarse en un territorio extraño-desconocido, que va a contener manifestaciones de Dios y manifestaciones de lo sagrado, por eso hay que estar abierto a realizar una búsqueda de Dios y a recibirlo, a la vez que se experimenta una transformación interior, se reza y se pide perdón. Jesús también es un peregrino, tanto por los desplazamientos continuos que realizó a lo largo de un territorio concreto, como por su recorrido espiritual. La meta es Jerusalén y la motivación la cruz/resurrección.

El Papa Francisco dice en la Llanura de Ur, en el viaje apostólico a Irak de 2021, que la vida es una peregrinación de carácter transcendental. Estamos de paso en esta casa común, en la peregrinación hasta la vida eterna, caminando en la tierra con los ojos fijos en el cielo. De forma similar a lo que tuvo que enfrentarse Abraham al dejar su tierra, estamos ante un camino escarpado, en el que damos pasos concretos, peregrinando para descubrir el rostro del otro, compartir recuerdos, miradas y silencios, historias y experiencias.



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