viernes, 6 de mayo de 2016

ÓPERA L'ELISIR D'AMORE EN EL TEATRO MAESTRANZA DE SEVILLA

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Una de las óperas cómicas más populares del repertorio -y, sin duda, la más representada de su prolífico autor, Gaetano Donizetti- vuelve al Teatro de la Maestranza revitalizada por una divertida producción de Víctor García Sierra basada en “El Circo”, una serie de pinturas y dibujos del colombiano Fernando Botero marcadas, como su obra, por la viveza del color y una excéntrica ironía. “L´elisir d´amore”, en dos actos y con libreto de Felice Romani, colaborador habitual de Donizetti, retoma el libreto “Le philtre” de Eugène Scribe para una ópera de Auber inspirado a su vez en un texto de Malaperta traducido al francés por Stendhal.
La obra, fruto de un encargo contra reloj resuelto por Donizetti en solo dos semanas, según la viuda del libretista Romani -otras fuentes elevan el trabajo a 6 semanas- se estrenó en el Teatro della Canobbiana de Milán -el mayor de la ciudad tras la Scala, con el que rivalidaba- en 1832 con un éxito inmediato que continúa hasta hoy, pues el encantador enredo de su argumento y, sobre todo, la belleza melódica de sus arias, coronadas por “Una furtiva lágrima”, han calado hondamente en el corazón del público. La historia, ambientada en en el universo idílico de un pueblo rural del País Vasco francés, narra las desventuras amorosas de Nemorino, un campesino reservado y pobre, enamorado de Adina, una burguesa rica y caprichosa.
Tras la llegada de un regimiento puesto al mando de un sargento fanfarrón y la irrupción del charlatán intrigante Dulcamara, los enredos se precipitan pues Nemorino le adquirirá a éste un elixir con el que, según pregona el vendedor, podrá conquistar el corazón de Adina. En el conjunto de la obra de Donizetti, “L´elisir d´amore” adquirió una extraordinaria relevancia musical comparable a la gran “Lucia di Lammermoor” porque, en su carácter de obra bufa, trabaja sobre roles prototípicos de la comedia sentimental lacrimógena de estilo francés, muy entendida en la época, pero mezclándolo con un delicioso estilo cómico que hizo fortuna a partir de su estreno. “El estilo musical de esta partitura es vivo, brillante, divertido de verdad. La transición de la comicidad a lo serio se lleva a cabo con una graduación sorprendente, y lo sentimental se trata con esa pasión musical por la que ya es conocido el autor de “Anna Bolena”, consignó con acierto una crítica publicada dos días después del estreno. “Esa crítica es demasiado buena, creedme, demasiado”, comentó Donizetti al leerla, sorprendido por el gran éxito del estreno Esa mezcla inteligente entre comicidad y drama, salpimentado por una fabulosa galería de personajes carismáticos -ya fueran frívolos para derivar luego en melancólicos, como Adina; vulgares, como el sargento Belcore; tramposos, como el charlatán Dulcamara o entrañablemente ingenuos, como Nemorino- supo conectar con el corazón del público hasta el punto de que la obra permaneció en cartel 32 días seguidos tras su estreno.
El hecho de que Donizetti pusiera sobre el tapete el corazón abierto de sus personajes constituyó una novedad dramática para la época, inaugurando un camino de veracidad dramática y profundización emocional en los sentimientos que algunos especialistas consideran el preámbulo del gran Verdi. Musicalmente, la ópera exhibe el brillo rossiniano introduciendo timbres más patéticos o románticos, especialmente en la sección de maderas que realizan un trabajo que conecta con la intimidad del espectador.
La puesta en escena de Víctor García Sierra parte de la colección de pinturas y dibujos que el artista colombiano Fernando Botero realizó a partir de su encuentro con un circo popular mejicano. “Fue una gran revelación. Era pobre y lleno de animales famélicos. Me encontré una gran poesía allí”, y ahora ha convertido en orondas figuras circenses a los personajes de “El elixir de amor”.

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