Mis queridos estudiantes del AUM:
Al día de hoy, nuestra música es homenaje a nuestros muertos por el "coronavirus".
¿Quién está libre de haber sentido la congoja de una pérdida, la pérdida de
un ser querido? Es difícil encontrar calificativos para esta verdad
absoluta de la vida que es la muerte. Afortunadamente y frente a estos infortunios de la vida existen maravillas
como la música, bálsamo que ayuda a cicatrizar las heridas del alma y a
fortalecer el espíritu.
En el día de hoy os invito a escuchar algunas de las
obras maestras creadas para este fin por nuestros grandes compositores.
Para pensar en el misterio de la vida y la muerte, al margen de nuestras
creencias, se requiere emoción interior, profundidad y una enorme humildad
ante la grandeza de todo lo que nos rodea … y eso es lo que siento en
estos momentos al escuchar el Ave Verum Corpus de Mozart K618 dirigido con
recogimiento y devoción por Leonard Bernstein:
Mozart Ave Verum Corpus por Leonard Bernstein
Ave Verum de William Byrd, es otra delicia que podéis escuchar en la Red, interpretado por un cuarteto de solistas, por un coro en la catedral de Canterbury, … transporta igualmente nuestro espíritu y nos hace detenernos en un tiempo, tan penetrante como el poder de la vida o tan eterno como la muerte.
Ave Verum Corpus (Mozart) - King's College, Cambridge
0 al contemplar una vez más a Andrea Bocelli cantando este Ave Verum en el funeral de Luciano Pavarotti (6 de septiembre de 2007). El acento dulce y triste de esta pieza refleja para mí la aflicción que cualquier madre podría hallar ante el cuerpo inerte de su hijo. Al escucharla se puede reencontrar una ternura “antigua”, perdida y olvidada en nuestros corazones.
Y después de “abrir boca” con el Ave Verum, os recomendaría el Requiem de Mozart en Re menor, K 626, que nos transporta y eleva a lo etéreo. Es conmovedor en cualquiera de sus partes: El Dies Irae, el Confutatis, el Lacrimosa, escrito por el compositor en su lecho de muerte, presenta una extraordinaria fuerza expresiva que refleja la genialidad de su creador. Esta obra inacabada parece un testamento espiritual que habla del profundo cambio del ser humano ante el misterio de la muerte.
Personalmente, destacaría la versión de Jordi Savall, grabación realizada para el Concierto de las Naciones en la Capilla Real de Cataluña, con una concepción de interpretación en la que se cuidan las condiciones propias de la época en que se escribió: instrumentos de época con afinación a 430 hz., solistas y conjunto vocal reducido a 20 participantes con las voces cansadas para revivir el fervor católico y la esperanza de la misericordia divina.
Post inspirado en el de nuestra compañera de la Facultad de Educación Sara Román en el
Blog de Comunicar.