lunes, 29 de julio de 2024

CULTIVAR LA AMISTAD. Por JA HERNÁNDEZ



La vida humana, en sus diferentes épocas y a pesar de las lecciones aprendidas, a veces navega contra la adversidad por mares desconocidos. Por eso es imprescindible que todos, a cualquier edad, cultivemos la amistad de quienes nos acompañen, nos orienten y nos empujen. La amistad es una grata necesidad, una fuente de salud y un vivero de bienestar que nos exigen que ejercitemos la imaginación, la reflexión y la paciencia. Es una tarea que requiere desarrollar habilidades y mantener esfuerzos permanentes.
Tener amigos es un anhelo reconocido en las fuentes de nuestras raíces culturales: la Iliada nos cuenta la profundidad de la amistad que une a Aquiles con Patroclo, Aristóteles -en su Ética a Nicómaco- afirma que amistad es necesaria, bella y honrosa, y, en la tradición cristiana, la amistad es la manera de establecer relaciones con Jesús de Nazaret: “a vosotros os llamo amigos” (Juan, 15, 13-15). A veces pensamos que, para ganar y para conservar a los amigos son suficientes las propias experiencias y, por eso, no solemos tener en cuenta las teorías que explican los psicólogos, los sociólogos, los antropólogos y los médicos, esas lecciones que extraen de sus estudios científicos y de sus experiencias clínicas. En mi opinión, las prácticas y las teorías son dos vías complementarias de aprendizaje porque nos proporcionan importantes enseñanzas.
Los amigos nos hacen sentir la alegría de que estamos vivos porque llenan de sentido nuestros espacios y nuestros tiempos, y porque nos aportan vivencias que traducimos con palabras, con hechos o con silencios, y porque generan unas emociones intensas que experimentamos cuando, simplemente, con-vivimos. Todos –tú y yo- hemos sentido esa sensación de plenitud que, con diferentes lenguajes, originan los sentimientos de amistad, una clave que explica, justifica o corrige lo que pensamos, decimos, deseamos y hacemos.
No necesitamos ser filósofos ni escritores para descubrir y para describir que nuestras vidas cobran sentido cuando, sin necesidad de pronunciar palabras, afirmamos con claridad que la existencia de algunas personas llena de sentido nuestras vidas. Aprovecho esta oportunidad para enviar a todos mis amigos y amigas un cordial abrazo.

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