El próximo 13 de abril, a las 21.00 horas, en la Parroquia de San Severiano de Cádiz, se celebrará un concierto de música sacra, a cargo de la Coral de la Universidad de Cádiz. Así, interpretarán piezas de Mozart, concretamente Requiem en Re menor, K. 626, selección (1791-1793): Introito, Kirye, Dies irae, Rex tremendae, Confutatis, Lacrimosa, Domine Jesu, Hostias, Sanctus, Agnus Dei, Lux aterna.
Ninguna obra de Mozart ha sido durante tanto tiempo tan gloriosamente célebre como esta obra que no es totalmente suya; ningna ha suscitado tantos comentarios líricos; ninguna, en fin, ha sido utilizada como argumento decisivo por los defensores de la leyenda de un Mozart ferviente católico, de un Mozart viviendo sus últimos meses con el desprendimiento interior de los místicos, etc.
El examen del manuscrito permite decir con una gran precisión lo que es del propio Mozart y lo que es de otros (generalmente de Süssmayr, y en algunos puntos de Eybler).
Son obra de Mozart las dos primeras partes (Réquiem y Kyrie). Los cinco primeros fragmentos de la Secuencia (Dies irae, Tuba mirum, Rex tremendae, Recordare y Confutatis) son principalmente de Mozart; él mismo ha anotado las partes vocales, el bajo cifrado y algunas indicaciones instrumentales; la orquestación, en su conjunto, es de Süssmayr. El Lacrymosa está bosquejado por Mozart, pero hasta el último compás solamente (hasta las palabras "judicandus homo reus"), y todo el resto es de Süssmayr.
Los dos fragmentos que componen el Ofertorio (Domine Jesu y Hostias) son principalmente de Mozart, en el mismo sentido anterior, y orquestados por Süssmayr.
Finalmente, el Sanctus, el Benedictus y el Agnus Dei son por entero de Süssmayr. Mozart trabajó en el Réquiem, si no a ratos perdidos, al menos cuando no estaba dedicado a otra obra. Ha debido escribir a un ritmo bastante normal en el Réquiem propiamente dicho (Introito) y el Kyrie entre fin de julio-comienzo de agosto, cuando ya consideró La flauta mágica suficientemente terminada como para inscribirla en su catálogo personal. Se interrumpió para componer La Clemenza di Tito, y luego... ya no volvió jamás a dedicarse a ello seriamente: escribió algunos fragmentos de complemento para La flauta; después, en lugar de entregarse al Réquiem "con fervor", prefirió componer un Concerto para clarinete. A continuación debió trabajar un poco, esbozar algunas partes del Dies irae y el Ofertorio, para dejar de nuevo su trabajo a un lado en el momento en que se le ofrece componer una Cantata para su logia. Esta Cantata fue terminada el 15 de noviembre, y ejecutada sin duda el día siguiente 16. El 19 Mozart se sintió herido de muerte, y su estado se agravó sin remedio la noche siguiente: ¿cómo creer que trabajó tanto en el Réquiem después del 15 de noviembre? Es lo más probable que, puesto que el grueso del trabajo del Réquiem se realizó en julio-agosto, Mozart ya no se ocupara de él con una gran diligencia. Si se hubiera puesto a trabajar con el mismo ahínco que en La Clemenza di Tito, escrita en tres semanas, lo habría terminado antes del 20 de noviembre; y el Concerto para clarinete, como la Obertura de La flauta, como la Cantata de noviembre, demuestran suficientemente que la proximidad de la muerte no alteraba su capacidad de trabajo. Si Mozart no terminó el Réquiem es porque no lo consideraba como su obra más importante, es porque otras composiciones, que sí pudo llevar a buen fin, le interesaban mucho más. (Jean y Brigitte Massin) Sobre los factores que dieron lugar a las controversias sobre la autoría del Réquiem que durarán muchos años, antes de que el examen del manuscrito permita llegar a las conclusiones ya enunciadas, comentaré en otra ocasión.
Finalmente, el Sanctus, el Benedictus y el Agnus Dei son por entero de Süssmayr. Mozart trabajó en el Réquiem, si no a ratos perdidos, al menos cuando no estaba dedicado a otra obra. Ha debido escribir a un ritmo bastante normal en el Réquiem propiamente dicho (Introito) y el Kyrie entre fin de julio-comienzo de agosto, cuando ya consideró La flauta mágica suficientemente terminada como para inscribirla en su catálogo personal. Se interrumpió para componer La Clemenza di Tito, y luego... ya no volvió jamás a dedicarse a ello seriamente: escribió algunos fragmentos de complemento para La flauta; después, en lugar de entregarse al Réquiem "con fervor", prefirió componer un Concerto para clarinete. A continuación debió trabajar un poco, esbozar algunas partes del Dies irae y el Ofertorio, para dejar de nuevo su trabajo a un lado en el momento en que se le ofrece componer una Cantata para su logia. Esta Cantata fue terminada el 15 de noviembre, y ejecutada sin duda el día siguiente 16. El 19 Mozart se sintió herido de muerte, y su estado se agravó sin remedio la noche siguiente: ¿cómo creer que trabajó tanto en el Réquiem después del 15 de noviembre? Es lo más probable que, puesto que el grueso del trabajo del Réquiem se realizó en julio-agosto, Mozart ya no se ocupara de él con una gran diligencia. Si se hubiera puesto a trabajar con el mismo ahínco que en La Clemenza di Tito, escrita en tres semanas, lo habría terminado antes del 20 de noviembre; y el Concerto para clarinete, como la Obertura de La flauta, como la Cantata de noviembre, demuestran suficientemente que la proximidad de la muerte no alteraba su capacidad de trabajo. Si Mozart no terminó el Réquiem es porque no lo consideraba como su obra más importante, es porque otras composiciones, que sí pudo llevar a buen fin, le interesaban mucho más. (Jean y Brigitte Massin) Sobre los factores que dieron lugar a las controversias sobre la autoría del Réquiem que durarán muchos años, antes de que el examen del manuscrito permita llegar a las conclusiones ya enunciadas, comentaré en otra ocasión.
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